Hay personas que necesitan recurrir a un asesor de comunicación. Así seas líder político o empresarial o tengas un nivel elevado en la jerarquía de tu entorno laboral, si tu perfil personal te impide fluidez en comunicación y es fundamental para el desarrollo de tu entorno e imagen, el asesor de comunicación termina siendo indispensable.
Por un lado existe el comunicador que no le da importancia a la herramienta de la propia comunicación, siendo ésta de las mas efectivas. Un buen orador ha llegado a liderar países seduciendo a sus oyentes con sus palabras y con su imagen influyendo en el comportamiento de los demás porque ese es el modo de emitir las señales que mas le han convienido.
Por otro lado estan quienes creen que dominan sobradamente el arte de la comunicación, curiosamente piensan similar a los anteriores, es decir, le suelen dar poca importancia a sus intervenciones y sucede, que no transmiten en su oratoria la empatía suficiente como para que el publico se identifique con lo que dicen. Estas personas pueden llegar a resultar incluso arrogantes y muy posiblemente de manera no consciente.
Por ultimo esta el tímido, este ha de romper una barrera importante con el miedo escénico y llegar a sentirse cómodo en el atril para no parecer un autómata que nervioso o incomodo o incluso distante , llega, lee y se despide.
Un avance importante es tener la voluntad de querer cambiar todo eso y ser capaces de cuestionarse todo en el proceso de aprendizaje. No asustarse frente al cambio ya que la evolución es natural y positiva y que todos somos capaces de aprender constantemente. Entre muchas cosas que se aprenderán durante el proceso, la autocrítica será una de ellas, así como el observar y escuchar. Prestar atención para poder expresarse con eficacia incluso en aspectos emocionales para transmitir en su justa medida, y crear una empatía con el público. Todos podemos ser buenos comunicadores y podemos desterrar excusas tales como yo soy así y ya no cambio.
Esta actitud en realidad indica algún tipo de inseguridad y a creer que los demás tienen que tolerarlo tal cual es, responsabilizando también a los demás si el resultado ha sido negativo al no entenderle.
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